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Amor verdadero



Desde hace una semana, las cuentas oficiales en redes sociales de Millonarios han venido poniéndole un nombre específico a cada década de las 7 que cumple hoy el club que amamos. Personalmente, envidio a mi abuelo, a quien le tocó vivir El Dorado (de 1946 a 1956) como joven, Los Embajadores (de 1956 a 1966) y La Máquina (de 1966 a 1976) como adulto y ya mayor vivir al Albiazul ( de 1976 a 1986). Mi papá creció con Los Embajadores y La Máquina de Niño, como joven disfrutó al Albiazul y como adulto vivió al Más Grande (de 1986 a 1996). Los envidio, en las épocas citadas Millonarios consiguió 13 de sus 14 títulos, prestigio internacional, tuvo jugadores magníficos y era respetado y admirado por todos. No existía ningún otro equipo, era Millonarios y el resto. Una vez me lo dijo mi papá: “Que Millos ganara era tan normal como la navidad, la celebración a fin de año era fija”.

A mí, que nací en 1995, me tocaron las dos peores décadas del club. Así lo quiso Dios, pero por eso mismo es que, como dice un trapo en el estadio, este amor es verdadero. Los lugares comunes para explicar este punto abundan. “Es un estilo de vida”, “Es herencia”, “Es tradición” etc… Cada quien tendrá su explicación para ser de Millonarios, para mi simplemente es amor, es uno de los pocos amores que verdaderamente existen en el mundo. O, ¿cómo se explican tantas reuniones sociales a las que hemos faltado por ver a Millonarios? Cumpleaños de familiares, de amigos, hasta relaciones sentimentales... ¿Cómo se explica que gastemos nuestro tiempo, dinero y energía en un estadio de futbol? ¿Cómo se explica que hayamos visto tres títulos (una sola estrella) en 20 años y hayamos visto a nuestros rivales celebrar? ¿Cómo se explica que le hayamos hecho fuerza a nefastos personajes como Marinelli, Tejada, Boyero, Berrío, Alex Diaz, Luis Mosquera y tantos otros, sólo por vestir la sagrada camiseta azul? Es simplemente amor, un amor verdadero que no abandona, porque han sido más tristezas que alegrías (muchas más) y sin embargo, es un sentimiento inexplicable. Un sentimiento que familiares y conocidos intelectualoides nunca van a entender y que siempre van a juzgar.

Nos ha tocado ver como la vida es injusta y personajes como Burguez, Lunari, Dayro y otros se han ido del equipo dando lo mejor de ellos, sin ganar nada. Nos ha tocado ver cómo García, López y una manada de miserables personas se infiltraron en el club hasta casi acabarlo y mandarlo a la B. Pero aquí estamos, firmes, defendiendo hasta lo indefendible, celebrando que somos Millonarios. Porque al fin y al cabo Millonarios no fueron García ni López, no son Serpa y Camacho; no fueron Marinelli ni Tejada, no son Silva ni Rangel; somos nosotros, la gente. Es el celador que escucha los partidos por radio y que cuando puede, paga una costosa entrada para ver al equipo en vivo. Es el estudiante que no almuerza y que se ahorra lo del transporte para el abono, es el vendedor ambulante que en su puesto tiene un escudo con dos aros arriba y una M abajo. Son los niños de colegio que van con su camiseta, orgullosos, así su equipo no gane nada. Fue mi abuelo, que vio a Di Stefano, a Pedernera y a Rossi; es mi papá que vio a Ortiz y a Iguarán y soy yo, que vi la 14, la Merconorte y una Copa Colombia. Felices 70, Millonarios querido, siempre estaremos. Feliz Cumpleaños, embajador. Este amor es verdadero. Las buenas ya van a venir.

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