
Jugadores sin ideas, poco brillantes y con ninguna actitud, fue lo que vimos en el estadio Metropolitano de Barranquilla, porque tristemente a este equipo no se le ve el trabajo y desespera cada día más.
Millonarios se ve anímicamente caído; fue el reflejo del primer gol y la evidencia de que la cabeza de los jugadores está en otro lado, menos en el compromiso y obligación que tienen juego a juego. Ese error cualquiera lo puede cometer, pero en los primeros minutos y de este tamaño, hace cuestionar muchas cosas y más en esta última semana.
No hubo diferencia del juego por Sudamericana; este equipo no crea opciones, no se le ve en cada línea un destello o camino para sumar puntos. De su cabeza principal no se evidencia un manejo de grupo, un criterio hacia lo que está pasando en la cancha; no hay un líder principal que seguir.
Junior, Cali y Medellín, equipos directos, con obligación de ser campeones, no de competir, fueron la muestra clara de que el técnico no está preparado para lo que representa Millonarios. Tres partidos y en los mismos se compite por cuál fue el más malo en esas tres salidas porque para rescatar no hay nada.
¿Millonarios clasificará? Y en caso de hacerlo, ¿esto es lo que hará en cuadrangulares? Bien dice el dicho: “Desde el desayuno se sabe cómo va a ser el almuerzo”, y este equipo no tiene hambre de nada.
Se vienen dos clásicos capitalinos en marzo y luego de ello, los partidos vs América y Nacional, partidos que no se pueden perder por nada del mundo porque para el hincha y para el mismo club, es terminar de hundir el sentimiento de esperanza que nos genera cada que el equipo sale a la cancha a jugar.
No estoy diciendo ni mucho menos que desee que Millonarios va a estar eliminado; nuestro amor hacia el club trasciende todo tipo de impedimento y más cuando se trata de creer, de tener fe, pero esto hasta ahora es lo que el equipo nos genera: desconfianza, aburrimiento, impotencia y mucho coraje por niveles que en esta institución no se pueden permitir.
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